El municipalismo en el país es bastante reciente. Los municipios sólo empezaron a tomar relevancia a partir de la década del 90 cuando la división política y administrativa volvió a los departamentos, y al municipio como la unidad más pequeña de administración pública. Durante la década del 80, con los cambios que introdujo la Revolución Sandinista, la división política para gobernar consistía en regiones y zonas.

Durante la década del 90, ocurrieron dos fenómenos interesantes: por un lado en el contexto internacional, se da un resurgimiento  del interés por la integración regional en todo el mundo.  Aumentaron las iniciativas de integración regional de economías desarrolladas con países en desarrollo mediante la organización de bloques comerciales y los Tratados de Libre Comercio.  Por otro lado, en el ámbito interno van tomando fuerza corrientes de pensamiento sobre el desarrollo local, lentamente incorporándose en proyectos y programas de desarrollo en el país. A partir de esta situación ocurre mayor discusión para emprender iniciativas de desarrollo de las capacidades locales.

La apuesta por el desarrollo local, sin dejar por ello de considerar los procesos de integración regional, demandó un proceso de descentralización administrativa y de recursos desde el gobierno central, que aunque ha avanzado lentamente, revela para el 2005, un logro importante cuando los municipios reciban transferencias equivalentes al 6% del presupuesto general de la Republica.

El proceso de descentralización permite que las autoridades locales junto con los ciudadanos y ciudadanas del municipio, puedan hacer uso de mecanismos eficaces, no sólo para discutir sobre los problemas, sino principalmente para ponerse de acuerdo respecto hacia donde se deben dirigir las inversiones, estableciendo prioridades a trabajar.  El proceso también contribuye a que se pueda construir una visión de desarrollo propio para el mediano y largo plazo; disponiendo de la mejor manera de los recursos financieros que recauda el municipio de sus pobladores y de los que le son transferidos del presupuesto nacional.

En este contexto, el presente documento pretende ser una contribución al municipio, al recrear la historia y algunos aspectos que configuran la vida social, política y económica de mujeres y hombres que habitan en El Cuá, así como del quehacer de algunas organizaciones que trabajan por su desarrollo.

La caracterización contiene 8 secciones principales: la primera inicia con una reseña histórica del municipio, presenta una síntesis del proceso que ha vivido el municipio desde cuando era un caserío hasta la fecha.  La segunda, describe las características ecológicas que mas se destacan en el territorio en cuanto a relieve, clima, precipitación, áreas protegidas, entre otras.  La tercera sección trata el tema de población, aporta datos sobre el crecimiento poblacional sobre la base de las proyecciones del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos.

La cuarta sección se refiere a la organización territorial, plantea como está dividido internamente el municipio en áreas urbanas, comarcas y comunidades.  La quinta corresponde a la sección del hábitat humano dentro del cual se encuentran organizados dos grandes bloques: i) el relacionado con la infraestructura socio económica disponible en el municipio que describe las condiciones en términos de infraestructura y tipos de servicios de los cuales la población puede disponer para su beneficio. Estos servicios generalmente son no logran satisfacer las necesidades de todos los pobladores; ii) el segundo bloque corresponde a los servicios municipales que están bajo la responsabilidad de la alcaldía municipal; también son insuficientes y constituyen mas bien retos para la municipalidad y para toda la población.

La sección seis está referida a la economía municipal.  En ella el sector primario aparece como el más relevante  La sección que sigue aborda el papel de los actores del desarrollo socio económico del municipio.  Documenta como la mayoría de organizaciones se concentra en actividades de naturaleza agropecuaria, dejando por fuera, la promoción de iniciativas no agrícolas o pecuarias, que son necesarias desarrollar y que podrían abrir espacio para la generación de otro tipo de capacidades, y por supuesto de empleo y riqueza.  

La última sección trata información relativa al funcionamiento y desempeño del gobierno local.

Esperamos que con este texto en sus manos, usted pueda no solo conocer más sobre su municipio, sino analizar los datos e información presentada para que pueda servir de base a nuevos proyectos y programas que están en proceso de formularse.  Es hora de ampliar la visión sobre el municipio.  Hasta ahora todas las perspectivas y expectativas han estado puestas en la producción primaria (granos, ganado, leche, etc.) pero sobre todo en el cultivo del café de exportación. El municipio ha pasado muchos momentos críticos con la crisis del café, y podemos aprender de ello.

Ha llegado la hora de pensar en un proceso de reconversión productiva que permita a diferentes ciudadanos y ciudadanas del municipio, encontrar mecanismos para hablar y trabajar para crear la riqueza local y disfrutar de nuestro espacio geográfico con satisfacción.

 

Hasta 1989, El Cuá era una comarca que pertenecía al municipio de Jinotega, año en el que pasó a formar parte del municipio creado bajo el nombre El Cuá-Bocay. Este nuevo municipio también incluyó comunidades indígenas y étnicas como Mayangnas y Miskitas asentadas sobre las orillas del Río Coco y Bocay.

En el contexto de la descentralización de la gestión pública y la relevancia que va tomando el municipalismo en el país, el cual aboga por una mayor cercanía entre los gobernantes y sus electores, inició rápidamente un proceso de trámites para separar el poblado de El Cuá de San José de Bocay y elevarlo a categoría de municipio.  Este hecho ocurrió durante el mes de marzo del año 2002.  La publicación de la ley No. 407 es el acta de nacimiento del octavo municipio del departamento de Jinotega, convirtiéndose así en uno de los municipios más jóvenes de Nicaragua.

Existen dos versiones respecto al origen del nombre del lugar que ocupa hoy la cabecera municipal.  La primera, es que fue conocido como el Guano, en honor a la existencia de estos árboles, según contaba don Rodolfo García (q.e.p.d.).  Este señor, solía mencionar que donde se construyó la primera iglesia católica de El Cuá, existía un enorme árbol de Guano, entonces la gente de las comunidades aledañas solían decir vamos al “Guano”, refiriéndose al lugar donde se hacían las celebraciones dominicales de la iglesia católica y por tanto así era conocido.

De acuerdo con indagaciones realizadas por personal de la alcaldía municipal, la otra versión es que cuando los Guanos fueron desapareciendo, se empezó a hablar de El Cuá, palabra que proviene de la lengua sumo que se escribe Kuah y significa tortuga y Huas que significa caño o río.  De ahí una versión del origen y significado de su nombre: Río con tortugas o lugar de aguas con tortuga.

No obstante es importante recordar que los indígenas Mayangnas y la comunidad de Miskitos son los grupos de población más antiguos que tienen presencia en el municipio, en tanto existen desde la época colonial, formaron parte del reino de la Mosquitia que gobernaba buena parte del territorio que hoy forma parte de las regiones autónomas del caribe nicaragüense.  Esta población ha sobrevivido a toda una historia de exclusión y colonización forzada; más reciente también a través del avance de la frontera agrícola desde medianos del siglo pasado, cuando los departamentos de Matagalpa y Jinotega se convirtieron en grandes extensiones cafetaleras orientadas a la exportación.  Sin embargo no se dispone de información de su parte que permita reconstruir el origen del municipio desde su perspectiva.

El auge cafetalero provocó la llegada de personas de diferentes lugares del país hacia el interior del departamento.  La existencia de tierras vírgenes y baldías era un atractivo para todo tipo de personas que buscaban formar una familia constituirse en una unidad productiva.  Por tanto la versión respecto al origen y crecimiento del poblado proviene de habitantes mestizos que fueron asentándose en la localidad.

Desde la perspectiva mestiza, las primeras familias que habitaron en la localidad incluían a  don Ezequiel Rivera quien se asentó en un terreno pantanoso a orillas del río.  Ocupó un área de unas 200 manzanas en el cual había muchos árboles

de Guano. Los primeros habitantes escogieron en especial un sitio donde hubo un enorme árbol de Guano, junto al cual, construyeron una capilla para actividades  religiosas de la iglesia católica.  Este lugar pronto se convirtió en un punto de referencia para congregar a los pobladores, especialmente los domingos.

Entre las primeras familias también se conoce a Maximino Torres, Agustín Meza, Cándido González, Rodolfo García, Juan Ramón Gurdián, Humberto Sevilla, Micaela Palacios, Domingo Cruz, Bruno González, Agustín Torres, Eletran Cruz.

También se mencionan como fundadores a don Antonio Rizo, Francisco Rivera, Arturo Centeno, Nicolás Pineda, Francisca González, entre otros.  Estas familias llegaron al municipio para establecerse como

pequeños agricultores de auto consumo y fueron talando áreas de bosques para las actividades agropecuarias.

Vivían aislados, sin acceso a servicios básicos como carreteras, escuelas o puestos de salud.  A medida que el lugar se fue poblando, empezaron a demandar la apertura de carreteras y servicios básicos para mejorar sus condiciones de vida. Así, entre los hechos más relevantes de la historia en el municipio están:

1) Apertura de carreteras

En la década del 60, con la concesión maderera realizada por el Estado de Nicaragua a favor de la compañía Maderas de Centroamérica S.A. (MADECASA), se inicia el proceso de apertura de trochas con la finalidad de permitir sacar la madera hacia los principales lugares de mercado. 

En esas circunstancias, algunos productores como don Victorino Estrada y Don Nicolás Herrera gestionaron y financiaron parte de la apertura de carretera  para comunicarse desde Abisinia con El Cuá.  Esta carretera logró avanzar hasta el caserío llamado Pedernales, logrando empalmar con la carretera por las que salía la madera que extraía la compañía.  Desde entonces la apertura y mantenimiento de las carreteras, está en primera instancia en función de la extracción de los recursos naturales disponibles, y cuyo valor monetario no regresa como inversión al municipio.

2) Luchas políticas y cambios en el municipio

Durante los años de guerra, la zona montañosa del municipio sirvió como lugar de refugio de la guerrilla, razón por la cual también fue un área de enfrentamiento militar donde se perdieron muchas vidas, como las de los guerrilleros sandinistas Claudia Chamorro y Carlos Agüero.

El municipio en la década del 70, también fue conocido por la tragedia de las mujeres del Cuá, historia que fue  llevada inclusive a ser parte de un tema musical del cantautor Carlos Mejía Godoy, el cual se escuchó desde finales de los 70 y particularmente durante la época de la Revolución Sandinista. Estas mujeres (Matilde Hernández, Maria Benancia Aguilar, Luz Amanda Aguilar, Benigna Mendiola, Petrona Hernández y Mailing Hernández) fueron prisioneras de la Guardia Nacional, luego torturadas y algunas asesinadas, fueron acusadas de colaborar con la guerrilla del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN en ese tiempo en la clandestinidad).

En la década de la revolución (1979-1989), las comarcas del municipio vivieron la continuidad de la guerra contrarrevolucionaria.  Mucha población fue evacuada y reasentada en otros sitios.  En particular, el reasentamiento poblacional de las  comunidades miskitas y mayangnas, tuvo más reveses que efectos positivos. Durante ese período, las comunidades se enfrentaron a conflictos de naturaleza étnica, debido al choque de cultura entre quienes tomaban las decisiones (mestizos dirigentes del FSLN) y las familias indígenas que tienen su propia cultura y cosmovisión.

La guerra aceleró el proceso de crecimiento de la población en el área urbana del municipio,  muchas familias de comunidades rurales se vieron obligadas a dejar sus comunidades para proteger sus vidas.  Otras emigraron hacia Honduras y terminaron retornando al lugar en la década de los noventa.  Después de esta etapa, fueron creciendo centros de población como Abisinia, Santa Rosa, La Chata, El Bote, La Pita del Carmen, El Destino, El Cedro, La Unión y San Miguel de Kilambé.

3) Reseña del avance de algunos Servicios Sociales

3.1 Educación

La primera escuela se abrió en El Cuá a finales de los años 70 y estuvo a  cargo de la profesora Casilda Castillo de Rizo. La escuela quedaba contigua al Centro de Salud donde ahora se encuentra la actual casa del maestro. Medía 6 varas de frente y 4 varas de fondo. En 1982 se le construyó un anexo y en 1988 inició la construcción de la actual escuela, Ricardo Morales Avilés.

En 1985 se organiza la Delegación Municipal del Ministerio de Educación Pública (MED) fungiendo desde entonces hasta 1996 como Delegada Municipal la Profesora Haydee Montoya de Úbeda. Durante su administración se consiguieron plazas para escuelas rurales en las principales comarcas del antiguo municipio. Por lo general,  antes “la escuelita” funcionaba en la casa de algún padre de familia,  en las iglesias católicas, en las capillas evangélicas,  o en algunos ranchos de palma. Durante ese tiempo el Ministerio de Educación autorizó el funcionamiento de escuelas rurales con maestros pagados por los padres de familia y en otros casos entre estos y la Alcaldía Municipal, mientras el MED aseguraba el material didáctico.  El desarrollo de la educación pública en el nivel primario ha crecido aceleradamente, pero aún así no satisface la creciente necesidad de educar a la población infantil.

2.2 Salud

En 1980 llegó al municipio la primera auxiliar de enfermería, Fidelina Úbeda, y el primer médico, el Dr. Mauricio Rivera; más tarde fueron acompañados por dos médicos cooperantes de la ex República Democrática Alemana, de quienes solo se recuerdan sus nombres Humberto e Iris.  En 1986 egresan las primeras auxiliares de enfermería originarias del municipio: Elba María Dávila, Gloria Hernández, Dominga Soto y Socorro Lanzas Blandón.  En la actualidad el municipio dispone de un moderno Centro de Salud con camas, con tendencia a convertirse en hospital; posee  ocho módulos y diferentes especialidades y salas

para internar pacientes varones y mujeres. El personal médico, paramédico y administrativo es calificado para desempeñar su función.

2.3. Energía eléctrica

El primer lugar para generar energía hidroeléctrica fue la quebrada “La Esperanza” en la comunidad La Chata, con la función de proveerle de energía a la población de El Cuá. Esta inversión data de la década de los años ochenta, ante la dificultad de conectar al municipio con la red nacional de energía eléctrica.  La construcción de la presa  e instalación de la maquinaria tuvo atrasos motivados por el conflicto armado de la época.  Uno de los pioneros para que el municipio tuviera su propia planta generadora de energía eléctrica usando sus aguas, fue el Ingeniero Electromecánico Benjamín Linder quien trabajó para el Instituto Nacional de Energía (INE).

Por circunstancias especiales, Linder asume el reto de apoyar los trabajos para hacer funcionar la planta local. Para ello fue necesario desarrollar capacidades locales.  Se instaló un taller electromecánico y se capacitaron a varias personas, entre ellas: Oscar y Raúl Blandón, Javier Pineda, Rodolfo Chavarría, José Vilchez (topógrafo), Ricardo Moreno (linero) y Mauricio Palacios.  Finalmente, en 1994 concluyó la construcción de la minicentral hidroeléctrica de La Chata y hasta 1997 fue la principal fuente de energía eléctrica del municipio. 

En 1998, ante la creciente demanda de energía, el gobierno local en coordinación con la instancia nacional encargada de la energía eléctrica decide instalar un sistema de plantas aisladas para incrementar el acceso de la población a este servicio.  A partir de entonces, otras iniciativas se han adjuntado y ahora existen mini centrales hidroeléctricas en sitios como La Pita del Carmen, El Bote y se encuentra proyectados otros proyectos para la electrificación rural. Las minicentrales de energía han sido posibles debido a la intervención de organizaciones como la Asociación de Trabajadores de Desarrollo Rural Benjamín Linder (ATDER B.L.), quien cuenta con su propio taller para la construcción de turbinas “Pelton” de todo tamaño. Dispone de su gabinete de formulación y cálculo de proyectos, dibujo y diseño de todos los componentes, medios de transporte, gerencia y edificios adecuados a la naturaleza de su trabajo

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